David Langford
Era
como quedar atrapado en el medio de una luminosa superposición de imágenes
filmadas. Las gafas quebraban la calle oscura, la partían y reordenaban a lo
largo de líneas diagonales: un cartel fosforescente de Kerabs aparecía trastocado
al tipo de letra que llamaban «Quebrada». Robbo había decidido que era más
seguro dejarse las gafas puestas. Aun bajo la vacilante media luz eléctrica de
antes del anochecer, uno nunca sabía lo que podía llegar a ver. Mala suerte si
el molde se le caía de debajo del brazo y se desenrollaba ante sus ojos
mientras él hacía garabatos en la acera.
Aquél
sería un buen lugar, detrás de la parada del ómnibus 34 (un quebrado 34). Era
su parte de la ciudad; todas las mañanas, las mujeres se congregaban aquí, vestidas
con sus saris y gorjeando como brillantes canarios alienígenas. Buen lugar,
allí junto a la vidriera clausurada con tablas, que estaba repleta de avisos de
recitales sujetos con alfileres.
Robbo
escrutó la calle buscando algún movimiento, se miró la mano para que el borroso
spaghetti de dedos le infundiera confianza. Las suyas eran gafas genuinas del
Ejército - el Grupo tiene amigos en sitios extraños -. Dicen que el ojo en
algún momento logra ajustarse. Un día algo hace clic y uno empieza a ver los
contornos de las cosas con claridad. Vaciló mientras desenrollaba el grueso
plástico; después se tranquilizó y presionó el molde con la mano izquierda
contra un cartel hecho jirones, mientras que en su mano derecha siseaba el tubo
de aerosol.
El
olor dulzón y penetrante de la pintura para automóvil hizo que todo le
pareciera extrañamente distante de un acto de terrorismo.
Descubrió
que había tenido un descuido, lo cual era fácil en la luz de ese falso
crepúsculo y mirando por esas lentes: cuando volvió a enrollar al Loro vio que
tenía pequeñas manchas en los dedos. Dentro de unas pocas horas, bajo la
brillante luz matinal, las mujeres de piel parda jugarían al juego de los
guiños... Dios, ¿cuánto tiempo había pasado desde que era niño y jugaba a lo
mismo? Debían de ser unos cinco años. El que había sacado el naipe del asesino
te miraba y guiñaba el ojo, y tú tenías que morir con muchos espasmos y
sobreactuación. Para sobrevivir, necesitabas localizar al asesino antes que él
te localizara a ti y lanzar la acusación... o por lo menos necesitabas saber a
qué sitio no debías mirar.
Hacía
frío. Hora de marcharse, de escoger otro lugar. Con o sin gafas, no se volvió
para mirar la imagen del Loro. Tal vez éste podría guiñarle un ojo.
SECRETO
BASILISCO
Distribución
Reino Unido Lista B únicamente
...llamado
así debido a que se considera que su silueta, al procesarse para poder ser
observada sin causar lesiones, recuerda a la de dicha ave. En el Apéndice 3 de
este informe, página A3-II, se muestra una imagen parcial procesada
(anamórficamente elongada). LA MENCIONADA PAGINA NO DEBE MIRARSE A TRAVÉS DE
NINGUNA FORMA DE LENTE CILÍNDRICA. SE RECOMIENDA ENFÁTICAMENTE EVITAR SU
OBSERVACIÓN PROLONGADA. LÉASE LA PAGINA A3-I ANTES DE PROCEDER.
2-6.
Este primer ejemplo de la Técnica de Imagen Lógica de Berryman (de aquí en más
llamada con el acrónimo habitual, TILB) evolucionó a partir de los trabajos
sobre IA con la supercomputadora de Cambridge IV, ahora discontinuados. V.
Berryman y C.M. Turner elaboraron la hipótesis de que los programas de
reconocimiento de patrones de alta complejidad podrían ser vulnerables al
«impacto de ingreso Gdeliano», en forma de datos incompatibles con la
representación interna. Berryman fue aún más lejos y sugirió que la existencia
de semejante ingreso potencial era una necesidad lógica...
2-18.
Para este nivel de información no se suministran detalles sobre los algoritmos
de construcción TILB de Berryman/Turner. Los detalles sobre la eventual brecha
en la seguridad de Cambridge IV tampoco están disponibles, ni se conocen en su
totalidad. Los detalles sobre la cantidad de víctimas en Cambridge IV son, por
el momento, de carácter confidencial (sub judice).
-
De algún modo, el IRA se apoderó de él - le había dicho Mack -. Los
profesionales. Hacemos algunas de nuestras compras en los mismos lugares,
gelinita y esas cosas... Nos pasaron una copia.
El
tubo de cartón que Robbo tenía en la mano de pronto le había parecido diez
veces más pesado. Había esperado que fuera un mapa, un plan de acción del
Grupo, tal vez el diagrama de algo feo que plantar en el templo Sikh de la
calle Victoria.
-
¿Quieres decir que funciona?
-
Mierda, sí. Lo probé... con un voluntario - Mack sonrió. Simplemente, sonrió y
le guiñó un ojo -. Oye, esto es veneno. Usa las gafas cuando estés cerca. Si
haces una estupidez y das un solo vistazo a algún trocito del Loro, debes hacer
esto, es lo que me dijeron: enciérrate con una botella de vodka y tómatela
toda. Eso te descontamina, te borra la memoria visual de corto plazo, algo así.
-
Dios mío. ¿Y los profesionales? Si este cuento de hadas tiene asidero, ¿por qué
no lo han...? - Robbo se diluyó en un vago gesto de su mano que no pudo evocar
a una bomba neutrónica de papel.
La
sonrisa de Mack se ensanchó hasta mostrar una embestida de dientes aserrados y
parduzcos, igual que sucedía cuando hablaba de alguna acción importante del
Grupo.
-
Tal vez les desagradan las ideas nuevas... pero podría ser que estén
reservándose para algo grande. ¿Alguna vez se te ocurrió tomar por asalto un
canal de TV? ¿Sólo por una hora? No lo pienses, te hará mal.
...Varias
pantallas de TV apagadas lo miraban desde otra vidriera, un almacén que también
alquilaba videos hindúes. Ellos se la habían buscado. ¿Por qué no aprendían
inglés los muy maricas? El Grupo les daría una lección: el molde del Loro ya
estaba en posición; el aerosol ya salía de su bolsillo, la pistola más rápida
del oeste.
En
la escuela, Robbo jamás había ganado una pelea, siempre lo habían golpeado
hasta hacerle saltar rastreras lágrimas: ahora había aprendido buenas, seguras
y satisfactorias formas de devolver los golpes. Trabajar poniendo trampas
cazabobos del Grupo Doble A era lo mejor de todo, una emoción constante y
adictiva.
Por
ahora, sería mejor que esta fuese la última, o penúltima. Veinte sería un buen
número de explosiones, pero el cielo parecía estar aclarando detrás de la
descolorida luz de sodio que lo opacaba.
Si
iba por la calle Alma podría poner una en el «Marqués de Granby», donde todos
decían que se juntaban los homosexuales locales. Esos bastardos, tomando
posesión de un bonito bar antiguo, torcidos como sacacorchos sin sentir
vergüenza de ello, contagiándote el SIDA con sólo mirarte. La pondría justo en
el medio de su puerta barnizada, entonces, con chillona pintura roja y de
treinta centímetros de altura...
La
luz lo golpeó como un puño de acero. Las gafas la convertían en barras
brillantes, dolorosas. Robbo giró media vuelta, tratando de escudarse los ojos
con la cosa pesada y aleteante que tenía en la mano izquierda. La cosa pesada
tenía un gran agujero irregular; a través de él vio la luz de una linterna y
oyó una voz que, acercándose rápidamente, decía:
-
¿Podría decirme qué es lo que está usted...?
Mientras
el rayo de luz lo inundaba y la voz quedaba rezagada, vio el contorno
tembloroso de un casco policial a través de la silueta del Loro. Detrás de las
melladas imágenes residuales apareció un rostro, un rostro asiático, como era
de esperarse en esta zona de la ciudad. Los ojos estaban ciegamente fijos, la boca
se movía. Robbo había leído viejos relatos de misterio donde un cuerpo sin
marcas tenía una inexplicable expresión de conmoción y pánico. Un cadáver
caliente cayó sobre él y su inercia los hizo caer a ambos a través de una
ventana que se disolvió en tintineantes fragmentos.
Se
suponía que no debía ocurrir esto. Se suponía que la bomba no debía explotar
hasta que uno estuviera a diez kilómetros de distancia. En algún lado vio la
silueta quebrada de un segundo casco.
SECRETO
BASILISCO
...descubierta
independientemente por al menos dos aficionados a los gráficos de computadora,
ya fallecidos. La «Estrella Fractal» se genera por medio de un proceso
iterativo relativamente simple que determina si cualquier punto de un espacio
bidimensional (el campo complejo) pertenece o no pertenece a su dominio. Este
algoritmo es ahora confidencial.
3-3.
La Estrella Fractal no exhibe propiedades TILB en su macroestructura. Puede
observarse su apariencia general: véase Apéndice 3, página A3-3III. Esta
característica permitió que la Estrella se difundiera ampliamente a través de
una popular revista de computación, habiéndose publicado una versión del
algoritmo bajo el título «Diviértase con Gráficos». Lamentablemente, el texto
adjunto sugería que los usuarios rescribieran el software para «enfocarlo» en
ciertos aspectos de la microestructura fractal visualmente atrayente del
dominio. En varias zonas del campo complejo, esto puede producir efectos TILB
cuando el detalle fino resultante se visualiza en un monitor de computadora de
más de 600 x 300 pixels de resolución.
3-4.
Aproximadamente un 4% de los 115.000 lectores de la revista descubrió y
visualizó patrones TILB latentes en la Estrella Fractal. En la mayoría de los
casos, también fueron presenciados por otros miembros del grupo familiar y/o
por personal de los servicios de emergencia al revisar a la víctima o víctimas.
Es difícil determinar las cifras totales, pero como primera aproximación...
-
Envuelve el sobre con cinta adhesiva, todo alrededor. Así es. Y escribe a ambos
lados, con letras grandes y rojas: PELIGRO, NO ABRIR.
-
Así que conoces esto.
-
Ha salido en los boletines. Los del escuadrón especial recogieron cincuenta en
aquel operativo de Belfast. El Departamento de Inteligencia de Leeds atrapó a
otro... otro bastardo igual que este. Te digo, este trabajo ha sido una
carnicería durante años, pero ahora es un puto desastre. Tres alguaciles y un
sargento muertos por agarrar a esta mierdita roñosa que uno podría hacer volar
por el aire con una escupida...
Robbo
sentía dolor en varios lugares, pero se mantenía quieto y callado, con los ojos
cerrados, desparramado en el duro banco donde lo habían dejado caer unas manos
poco gentiles. Les había informado todos los sitios donde las había colocado,
pero ellos siguieron lastimándolo. No era justo. Sintió la corriente de aire de
una puerta al abrirse.
-
Identificación fotográfica positiva, señor. Robert Charles Bitton, diecinueve,
dos arrestos previos por perjuicio criminal, se sospecha que es miembro del
Grupo Acción Albión. No hay mucho más en el informe.
-
Supongo que tiene sentido. Asquerosos depravados... ¿te has topado con ellos,
Jimmy? De lo que tenemos aquí, es lo que más se acerca al maldito Ku Klux Klan.
-
Este saldrá de circulación por un largo tiempo.
-
Jimmy, no has estado actualizándote en este asunto de la TILB, ¿verdad? Es lo
mismo que esa puta pesadilla de los chicos y sus computadoras hogareñas. Dios
sabe hasta cuándo podrán mantener tapado este asunto. Tarde o temprano nos
alcanzará a todos... Mira, tenemos cuatro policías militares con causa de
muerte desconocida, causa inmediata de muerte: insuficiencia cardíaca, ¿y
todavía tengo que decírtelo con todas las letras?
-
Aaahhh.
-
La única evidencia está en ese maldito sobre, una clara prueba para el juicio,
¿eh? Recuerdo cuando atraparon a aquellos piratas del teléfono internacionales
y de lo único que pudimos acusarlos fue de uso Ilegal de la electricidad, por
un valor de sesenta peniques. En aquellos días no había una ley para piratas
telefónicos. Y ahora no tenemos ley para piratas cerebrales.
-
¿O sea que nosotros limpiamos el estropicio que hizo este bastardo, le damos
una bonita habitación para que pase la noche, y punto?
-
Ah - El tono de voz implicaba que sucedería algo más: un gesto, un dedo colocado
significativamente a lo largo de la nariz, un guiño -. La Patrulla Tres
limpiará el estropicio; ellos tienen el equipo de protección ocular, si es que
sirve para algo. Nosotros acompañamos al joven Maestro del Terrorismo Urbano
hasta sus aposentos palaciegos, de la manera más amable, por supuesto. Y
después, Jimmy, cuando entre el siguiente turno, haremos el velatorio de
nuestros compañeros recientemente desaparecidos. No bromeo. Apareció en el
último boletín. Realmente te encantará enterarte del por qué.
Robbo
se puso rígido cuando las manos volvieron a aferrarlo. Las perspectivas sonaban
casi promisorias.
SECRETO
BASILISCO
...análisis
informacional adopta un punto de vista matemático de algún modo purista, en
donde se considera que las TILBs codifican «corruptores» Gdelianos, es decir,
programas implícitos que el equipo mental humano no puede utilizar de modo
seguro. En su monografía final, Berryman argumentó que, aunque los dispositivos
meta-lógicos permiten la asimilación y el seguro reconocimiento de lazos
auto-referenciales («Esta oración es falsa»), las analogías gráficas de
«círculos viciosos» más sutiles podrían evadir la protección del análisis
verbal, haciendo efecto directamente a través del córtex visual. Esto puede no
ser coherente con los efectos observados en la TILB «Lector» tratados en el
capítulo 7, poco usuales no solamente porque su incapacitación de la actividad
cortical es temporaria - si bien se observaron algunas lesiones permanentes en
voluntarios del Ejército - sino también porque sus efectos se verifican
específicamente en personas de lengua inglesa o de lenguas que utilicen
alfabetos iguales al del inglés. Además, puede que resulte lógicamente
incoherente con las consideraciones que se desarrollan en el capítulo 12.
10-18.
La contrahipótesis bioquímica post facto de Gott se consideró menos drástica.
Esta propone que en el cerebro pueden formarse «memotoxinas» a partir de la
actividad electroquímica asociada con el almacenaje de ciertos patrones de
datos. Aunque atractiva, la hipótesis aún no ha sido...
12-4.
La situación actual se asemeja a la de la «explosión» en la física de
partículas. No solamente continúan emergiendo nuevas especies de TILB, sino
también familias completas de derivados, como se resume en el Apéndice A2. Una
controvertida interpretación también invoca la teoría de resonancia mórfica de
Sheldrake: podría resultar más sencillo concluir que la emergencia del concepto
TILB era inevitable, dado el nivel que había alcanzado la investigación sobre
IA. La pérdida de vidas en las filas de los teóricos más prominentes, en
especial las de aquellos con marcados poderes de visualización matemática,
constituye un obstáculo fundamental para poder comprender...
La
celda estaba azulejada de blanco hasta la altura de los hombros, pintada de un
blanco satinado de allí hasta el techo. El tufo a desinfectante parecía lana de
acero subiendo por la nariz, bajando por la garganta. Con la vaga idea de sacar
el mayor provecho de las instalaciones, Robbo hizo uso del inodoro de porcelana
blanca y se restregó las manos fútilmente en el lavabo (el agua fría no podría
eliminar esas manchas de acrílico rojo) antes de acostarse a esperar.
No
podrían hacerle nada, realmente. Tal vez multarlo bajo una tonta acusación de
vandalismo, y tal vez hacerlo caer accidentalmente de la escalera algunas veces
más antes de llegar a la corte de los magistrados... Ahora, la dura litera le
provocaba dolor en toda clase de lugares hinchados y amoratados del cuerpo.
Pero a la larga estaría bien.
Ellos
lo sabían.
Ellos
lo sabían pero no parecían molestos, ¿verdad?
Entonces
tuvo una visión de ellos, de ellos sonriendo. «No vamos a presentar cargos» y
«Por aquí, señor» y «Si es tan amable, recoja sus pertenencias...» Se abriría
una puerta y ¿adivinen quién estaría esperando allí a que él lo viera?
Tonterías.
No lo harían. Pero supongámoslo.
Pasó
el tiempo. Era fácil imaginar el desenlace. Lo había visto tantas veces, a
través de las lentes quebradas: el alargado contorno de un pájaro, recortado en
un ángulo y vuelto a ensamblar irregularmente: salame de loro. La silueta
contra paredes, ventanas y carteles; el cuerpo sólido de un rojo centelleante
cuyo color se diluía hasta transformarse en un resplandor anaranjado sodio;
otra vez la silueta cuando sus ojos se encontraron con los ojos rotos del
hombre muerto.
La
figura parecía estar suspendida allí, detrás de sus párpados cerrados. Los
abrió y fijó la mirada en el lejano cielorraso, que estaba salpicado de
innombrables manchas y manchones gracias a los esfuerzos de pasados ocupantes.
Si uno unía los puntos con la imaginación comenzaban a construirse imágenes,
igual que figuras zodiacales poco convincentes. Pasado un tiempo, una imagen en
especial amenazó con quedar claramente en foco...
Se
clavó los dientes en el labio; se refugió en el breve paréntesis de dolor.
Lo
tenía dentro. Ellos lo sabían. Aunque con protección, había mirado al abismo
demasiado tiempo, desde demasiados ángulos. Estaba infectado. Robbo se
sorprendió azotando la pesada puerta metálica, ensangrentándose las manos. Era
inútil, porque así como no había un crimen evidente que él pudiera haber
cometido, tampoco había una buena razón médica para que la antipática policía
le ofreciera una masiva dosis de alcohol que le obnubilara la memoria.
Otra
vez tirado en la litera, recorrió su vida. El Loro lo acechó hasta las grises
horas de la mañana, alisándose las plumas fractales, entremezclándose
lentamente con la claridad, como si fuese el final de una luminosa
superposición de imágenes filmadas, hasta que por fin su mente tuvo que acusar
recibo de una forma, una forma, un guiño.
FIN
Edición
electrónica de Sadrac
Buenos Aires,
Marzo de 2001